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¿Cómo se estudian los terremotos del pasado? Parte 2

29 - Jun - 2021 | Audema

Segunda parte de nuestra entrada sobre las evidencias arqueosismológicas en Egitania Idanha-a-Velha 

Puente medieval

Este puente de origen romano pero con importantes reformas medievales tiene claras estructuras de deformación que afectan incluso a su trazado. Cuenta con 3 ojos de medio punto y uno ojival y una traza horizontal N080°E. Lo primero que se puede observar es el desarrollo de pliegues en el trazado del puente, muy marcado en la barandilla superior de bloques de sillería (Fig. 13A). Estas deformaciones también se aprecian muy bien en la fotogrametría realizada mediante dron (Fig. 13B). Para que se puedan producir estos pliegues en el trazado horizontal del puente es necesario que se generen desplazamientos de bloques de sillería en la estructura del puente. Este hecho queda puesto de manifiesto de forma muy clara en las dovelas de los arcos que forman los ojos del puente, que presentan una disposición en “fichas de dominó” desplazadas adaptándose a la morfología de los pliegues (Fig. 14). Esas deformaciones llegaron incluso a afectar a la morfología de uno de los arcos, que pasó de ser de medio punto a ojival como consecuencia del desarrollo de estos pliegues.

Fig. 13. Puente medieval de Idaña la Vella: A) pliegues generados en la traza horizontal del pliegue; B) vista cenital de los pliegues del trazado horizontal.
Fig. 14. Desplazamientos de bloques de sillería en los ojos del puente como consecuencia del desarrollo de pliegues en su traza horizontal.

Iglesia Mayor 

La Iglesia Mayor fue construida en bloques graníticos de sillería entre los siglos XVII y XVIII, cuya fachada principal tiene una orientación E-O. Hasta el momento solo se ha podido realizar un estudio de su parte externa en la que se han podido identificar tres EAEs. El principal es la caída de la clave del arco de la puerta de la fachada principal y dovelas adyacentes, con una posterior reparación (Fig. 15), tanto de relleno del hueco dejado en la caída de las piezas del arco como en la uniformización de la cara interna del arco al eliminarse los salientes de las dovelas. Antes de la caída de la parte central del arco la clave del mismo ya tenía una caída que estaba diseñada como motivo ornamental, por lo que después del desplazamiento se mantiene como tal, sin eliminar la parte que sobresale en la cara interna del arco, pero siendo muy visible el desplazamiento en la zona superior reparada con posterioridad con una argamasa. Las zonas donde hay variaciones en la altura de los edificios son zonas de concentración de los esfuerzos de cizalla horizontales y alternantes que se producen por la llegada de las ondas sísmicas superficiales, por lo que son zonas de debilidad principal donde se generan fracturas, como puede observarse en la fachada principal de la iglesia (Fig.. 15). Por último, otro EAE identificado son las roturas de esquinas, en este caso en el lado E de la fachada, que también presentan una reparación posterior (Fig. 15).

Fig. 15. Fachada principal de la Iglesia Mayor (s. XVII-XVIII) donde se han marcado los EAEs localizados. A) detalle de la clave del arco de la puerta de entrada.

Discusión y resultados preliminares

Una vez realizada la toma de datos y la clasificación de EAEs utilizando la metodología propuesta por Rodríguez Pascua et al. (2011) se ha pasado a su análisis mediante técnicas de análisis estructural geológico. Estos EAEs pueden ser utilizados como indicadores cinemáticos de las orientaciones de desplazamiento del terreno al paso de las ondas sísmicas durante un terremoto (Korjenkov y Mazor, 2013; Hinzen et al., 2011; Giner et al. 2011, 2012, 2013; Rodríguez-Pascua 2012, 2013b). Con lo que se han obtenido los primeros resultados preliminares de estas orientaciones.

Uno de los criterios fundamentales para asignar o discriminar el origen sísmico de estructuras de deformación en yacimientos arqueológicos y edificios patrimoniales, es su coherencia en la orientación de los datos, ya que las ondas sísmicas llegan orientadas y generan también daños orientados, no en cualquier orientación del espacio. Si nos referimos a los resultados obtenidos en la muralla, existe una regularidad y coherencia entre las longitudes de onda de los pliegues de la muralla en la zona oeste y el espaciamiento de los colapsos de la muralla en la norte. Esta coherencia no es casual, puesto que marcaría la longitud de onda del paso de la onda sísmica superficial de componente horizontal (ondas Love), fosilizada en el paño de la muralla en la zona este (de traza principalmente N-S) y reflejada en forma de colapsos espaciados regularmente en la zona Norte (de traza media N115°E). Estas longitudes de onda y espaciados tendrían distancias medias entre 15 y 16 m en ambas zonas de la muralla. Los colapsos se generarían porque el paño de la muralla en esta zona estaría dispuesto más perpendicularmente a la llegada de la onda que el sector oeste, lo que provocaría colapsos en vez de pliegues (Fig. 16A).

Fig. 16. A) Esquematización de la distribución de pliegues y sus longitudes de onda de la zona oeste de la muralla con respecto al espaciado de los colapsos de la muralla en la zona norte; B) Rosa de direcciones de máximo acortamiento en la horizontal (ey) o direcciones de movimiento medio horizontal del sustrato durante un terremoto, calculadas mediante análisis estructural geológico de EAEs en el área del episcopio.

Otra de las zonas donde se han podido cartografiar y tratar estructuralmente un número representativo de EAEs es el área del episcopio, donde la dirección media de movimiento del sustrato o dirección de máximo acortamiento en la horizontal (ey) medio es N173°E. Estos datos también muestran un abanico de dispersión mayor en sentido Sur entre los N150°-240°E (Fig. 16B).

De estos resultados se podría interpretar de forma preliminar que estaríamos ante la superposición de los efectos de dos terremotos distintos, uno con origen al sur de Idaña y otro al SO. Si tenemos en cuenta la geología regional y local de Idaña la Vella tenemos la presencia de la falla de Ponsul al Sur de la localidad, falla inversa activa que podría haber generado un terremoto que afectase a la localidad con una dirección principal de movimiento N-S en campo cercano (Fig. 17A). El abanico de mayor dispersión de datos hacia el SE podría ser el indicador de un terremoto de campo lejano con el epicentro situado hacia el SO de Idaña la Vella (Fig. 17B). Dada la orientación de los datos en los distintos edificios de diferentes épocas podríamos asignar los daños principales de la muralla bajoimperial romana a un efecto de un terremoto en campo local de dirección media de movimiento N-S relacionado con la Falla de Ponsul, pendiente de datación. El resto de efectos, debieron ser posteriores al s. VII AD, al menos después de la construcción de la Basílica Visigoda, ya que la intensidad de la deformación es mucho menor, por este motivo se podría asignarle un terremoto lejano. En este caso sería muy factible que dichos efectos en campo lejano se debieran al Terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755), cuyo epicentro se encuentra en el Atlántico en dirección SO con respecto a Idaña la Vella (Gutscher, 2005).

Si utilizamos la metodología propuesta por Rodríguez-Pascua et al (2013c) para la estimación de intensidades arqueosísmicas, podemos usar los valores mínimo y máximo de intensidad marcados por los distintos EAEs catalogados en Idaña la Vella. Para el caso del evento más antiguo nos encontraríamos ante estructuras como las grietas a 45º que comienzan a generarse con intensidades entorno a VI, mientras que el desplazamiento de bloques de sillería se produce con intensidades mínimas de IX. Por tanto, el primer terremoto registrado tendría un intervalo de intensidades arequeosísmicas entre VI y IX. Para estimar la intensidad del segundo evento sería necesario tener un mayor número de datos, por lo que estas intensidades se podrán establecer en futuras campañas de toma de datos.

Nos encontramos por tanto, ante resultados preliminares de un análisis estructural geológico de los EAEs localizados en Idaña la Vella. Estos datos no son suficientes para realizar aseveraciones concluyentes en relación al origen de los terremotos estudiados, pero sí son suficientemente claros como para otorgarles un origen sísmico. Las dataciones de los dos terremotos localizados deberán afinarse con el desarrollo de las investigaciones geológicas y muy especialmente las arqueológicas, que nos permitan datar los EAEs.

Fig.17. Posibles localizaciones de los terremotos que afectaron a Idaña la Vella: A) efecto de campo cercano asociado a la falla de Ponsul; B) efectos de campo lejano relacionados con la hubicación del epicentro del terremoto de Lisboa (1755). 

Agradecimientos: Este trabajo es una contribución del proyecto de investigación QTECSPAIN CGL2015-67169-P (MINECO-FEDER) y del Grupo de Trabajo QTECT-AEQUA.