Con frecuencia, los promotores inician la tramitación ambiental de un proyecto después de decidir su ubicación final. En este punto, se contacta con una consultora ambiental para encargar un estudio de impacto ambiental o un documento de inicio, con una inversión que oscila entre 3.000 y 9.000 €, sin incluir los anexos y estudios específicos, y que puede requerir varios meses de trabajo.
Aunque este procedimiento es correcto y cumple con la normativa legal, puede conllevar a sorpresas importantes tras meses de trabajo y una considerable inversión de dinero. Por ejemplo, la observación de gangas ibéricas (Pterocles alchata) durante el estudio de avifauna puede resultar en una reducción significativa de las hectáreas de ocupación y de la potencia final del proyecto, o incluso en una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) negativa.
Prevenir estos problemas es simple: es fundamental involucrar a consultoras ambientales como AUDEMA desde las primeras etapas del proyecto. De esta manera, puede participar en la decisión de la ubicación mediante asesoramiento ambiental y estudios de prefactibilidad. Los estudios de prefactibilidad son documentos económicos, sencillos y rápidos, que, a través de una evaluación preliminar basada en la consulta de fuentes bibliográficas, bases de datos ambientales oficiales y no oficiales, y algunas visitas de campo, permiten determinar la viabilidad del proyecto desde varios puntos de vista.
Gracias a estos estudios, es posible anticipar posibles problemas y decidir si es mejor mantener la ubicación o moverla a otra con mayor rentabilidad, antes de realizar cualquier inversión significativa. Al igual que en las transacciones de proyectos renovables y urbanísticos, donde la Due Diligence es crucial para evaluar la viabilidad y los riesgos, el estudio de prefactibilidad desempeña un papel similar al permitir anticipar los costos imprevistos del proyecto.
Los estudios de prefactibilidad también son esenciales para planes y programas, ya que la información recopilada, tanto de manera bibliográfica como en campo, ayuda a identificar áreas de mayor valor ambiental, lo que permite adaptar la planificación del proyecto para minimizar el impacto ambiental. En algún caso, durante la realización del estudio, hemos detectado algún pequeño arroyo, con retazos de diferentes hábitats de interés comunitario, no cartografiado por MITECO ni el IGN en un área destinada a la instalación de naves industriales. La detección temprana de estos elementos permitió a nuestro cliente replanificar el proyecto antes de iniciar la tramitación, reduciendo significativamente los costos ocasionados por imprevistos que no pasaba desapercibido por la administración autonómica, que sí era conocedora de la existencia del cauce.
